El Viaje de la Amazona Mi Diario en Acuarelas

Ilustración del cuerpo de una mujer

Florecer

En 2020, mi mundo profesional giraba en torno al teatro y el audiovisual. Sin embargo, una necesidad inesperada comenzó a brotar en mí: pintar flores. Me lancé a explorar la acuarela, una técnica que jamás había tocado, a pesar de haber pintado desde siempre. Llevaba más de 20 años sin coger un papel o un lienzo. Mi arte hasta entonces había sido funcional: vestía personajes, decoraba escenarios, daba vida a la utilería… pero nunca cuadros en sí.

Futuro

Poco antes de que el mundo se detuviera con el estado de alarma, supe que estaba embarazada. ¿Acaso mi jardín florecía por ella? Como si quisiera adelantarme al futuro, la dibujé tal como la imaginaba.

Niño en postura fetal con un fondo de colores
Ilustración de una niña caminando por una rama mientras un pájaro la mira

Pajarita

Pero cuando Nora llegó, mi intuición y mis trazos se quedaron cortos: nació mucho antes de tiempo, frágil. Pasamos semanas encerradas en el hospital. Cuando por fin nos dieron el alta, nos fuimos a vivir a la montaña.

Curiosamente, todos estos dibujos habían surgido antes de que ocurrieran los hechos, como si estuviera plasmando mi destino sin saberlo.

La Loba. La Zorra. Me siento guapa.

Los médicos nos recomendaron evitar contactos innecesarios durante sus dos primeros años de vida. Puse en pausa mi carrera profesional para cuidar de ella como merecía, pero la necesidad de expresarme no desapareció. Así que empecé a dibujar como si llevara un diario, pintando a las mujeres que me habitan. Con más miedo que técnica, di el paso y expuse mi primera serie de acuarelas en el Palacio de Omaña, en Cangas del Narcea.

Ilustración de una mujer de espaldas haciéndose un moño
Ilustración de una mujer delante de un lobo
Ilustración de una mujer al lado de un zorro
Ilustración del cuerpo de una mujer realizado con piezas pegadas

Piezas. Lío. Sumergirse.

Mi diario creció con el tiempo. A mitad de este viaje, mi prima Leticia, musicoterapeuta, vio algo más en mis láminas. Creía que podían aportar mucho a sus talleres y sesiones, así que las hizo suyas. Entonces mi obra dejó de ser solo mía y empezó a cobrar vida fuera de mí. Fue ella quien le puso nombre: «El viaje de la Amazona».

Cada pieza hablaba de mis ancestras, de mis emociones, de los laberintos internos por los que todas transitamos. (Piezas, un poco de todas mis ancestras. Dibujo VII) (Lío. Estoy hecha un lío. Dibujo VIII) (Sumergirse. Con el agua al cuello, pero todavía con aire. Dibujo IX)

Ilustración de una mujer
Ilustración de una mujer llenándose de agua

Sororidad

Gracias a las mujeres que me apoyan, que cuidan de mi hija y de mí, puedo seguir soñando y creando. (Sororidad. Dibujo X) Y así, juntas, Leticia y yo convertimos esta aventura en un proyecto vivo, que crece con cada taller, con cada conversación entre mujeres, con cada historia compartida.

Ilustración de la cabeza de una mujer sobre varios niños agarrados de la mano

Con el tiempo, las láminas evolucionaron a algo más grande. Nos sumergimos en el arte contemporáneo, creando instalaciones artísticas, de la mano de la Galería White Lab en Madrid. Y el viaje continúa.

Traición. Ansiedad. Volar. Cuidados. Amor. La ciega.

Hemos explorado la traición, la ansiedad y el vértigo de soltar.

Ilustración de una mujer atravesada por dos flechas
Ilustración de una mujer enrollada en un pelo
Ilustración de un cuerpo de mujer y pájaros revoloteando sobre él
Ilustración de una mujer sujetando y observando una bola de cristal con un pájaro y un corazón
Ilustración de dos mujeres besándose marcando la forma de un corazón
Puerta de madera decorada con ilustración de una mujer con los ojos vendados